“EL SOLITARIO Y LOS SUEÑOS de QUESADA”.
La infancia y adolescencia de Rafael Zabaleta (1907-1960) quedo marcada por las fotografías e imágenes de las revistas “La Ilustración Española” y “La Ilustración Artística”, a las que estaban suscritos sus padres, en ese perdido rincón serrano de Quesada (Jaén). Para él significaban una ventana abierta a otro mundo sorprendente, mágico y anhelado. Se deleita ojeándolas con detenimiento y pasión, disfrutando de las imágenes que le presentan ambientes y noticias de la Europa de principios de siglo, estampas de París, Londres o Roma, avances médicos y científicos, obras de los grandes artistas, … y fotografías de la Primera Guerra Mundial.
En la noche le asaltan sus sueños y miedos de la infancia, donde se asocian, entremezclan y deforman aquellas imágenes y estampas que le han impactado profundamente; su subconsciente es capaz de recrear un rico universo onírico y surrealista, pleno de mundos irreales e inquietantes ensoñaciones.
El surrealismo es la concepción del mundo para “el Solitario”.
Confiesa Zabaleta: “Si en algún sitio tiene sentido la vida es en París”. Seis fueron los viajes que el pintor hizo a la capital francesa a lo largo de su vida, en 1935, 1949, 1950, 1954, 1957 y 1959.
En la primavera del año 1935, Zabaleta viaja en tren hacia su anhelado destino, París; un viaje de contemplación y estudio, su puesta al día en los elementos conceptuales y plásticos del “arte de los museos”. Se interesa especialmente por la obra de su admirado Cezanne, viéndose sorprendido por la de Henri Rousseau (“el Aduanero”) y la del metafísico De Chirico. Le seduce e impacta la libertad cromática de Matisse, Braque y Picasso, el fauvismo, el cubismo, las vanguardias, … y los surrealistas.
”El asombro de la primera visita de Zabaleta a París, recorriendo en solitario y en silencio sus amplias avenidas, le despierta los recuerdos de las estampas de la guerra de 1914. De otra parte, con los inventos y la maquinaria moderna (llevados a Quesada por un entusiasta iluminado -Manuel Marín- y convertidos en objetos inútiles en los camarotes de su casa, donde Zabaleta los contempló, en su infancia, con asombro) se va enriqueciendo el mundo plástico mágico del pintor. Por último, el fuego de un inquieto mundo sexual, que le quemaba a solas en su invencible timidez, son los elementos que preparan adecuadamente el campo para el nacimiento de la obra que va a construir un capítulo excepcional en el conjunto de la plástica de Zabaleta. Me refiero a su obra surrealista, perdida en buena parte y salvada en la colección de dibujos conocidos bajo el nombre de “Los Sueños de Quesada”…. (“Zabaleta íntimo”, Cesáreo Rodríguez-Aguilera Conde).
Su estancia en la “ciudad de la luz” se alarga por cuatro semanas; semanas de paseo por los barrios, boulevares, y callejuelas de la urbe; un deambular solitario y forzosamente silencioso, pues Zabaleta no hablaba francés. Visita los grandes museos de la ciudad, las galerías de arte y sus exposiciones, sus iglesias y catedrales, los barrios bohemios, … y dará largos paseos nocturnos entre la bruma, a orillas del Sena.
Regresa eufórico y contento de su experiencia parisina, con su maleta llena de libros y catálogos, entre los que se encuentran “Une semaine de bonté”, “La Cour du Dragon” y “Le Lion de Belfort” (Editorial Jeanne Bucher. París, 1934), del surrealista Max Ernst.
Durante los próximos dos años de fuerte ambiente prebélico, Zabaleta alterna sus estancias en Quesada, pintando y leyendo, con sus asiduos viajes a Madrid. En la primavera de 1936 visita la “Exposición de composiciones supra-realistas de Max Ernst” en el Museo Nacional de Arte Moderno (marzo-abril), a la sazón situado en la planta baja de la Biblioteca Nacional, donde se exponen sus sorprendentes “collages” surrealistas; compra el catálogo, que incluye el prólogo de su amigo Manuel Abril.
En lo más profundo de estas, sus anteriores vivencias, hunden sus raíces la colección de unos 50 dibujos a tinta china negra, con matices de aguada, “Los Sueños de Quesada”. Este conjunto de dibujos, de clara influencia surrealista, los realizó Rafael Zabaleta durante los últimos años de la década de los treinta y los primeros años de los cuarenta.
Los dibujos surgen del descubrimiento del surrealismo y sus textos literarios, de algunas de sus lecturas (Freud, Lautreamont, Fournier, Proust, …), de su infancia, sus sueños, … y su intenso mundo interior.
Para el Premio Nobel D. Camilo José Cela constituyen: “…una muestra, la mejor de todas, del tiempo surrealista del pintor. Los dibujos concretan una visión entre dantesca, erótica y fantasmal de la vida y de la sociedad, de la muerte y de la guerra, de la máquina y de la pasión, de la violencia y de las tentaciones que convierten al hombre en una huella de sí mismo, en un sueño de sí mismo, en una solitaria violencia de sí mismo. Son dibujos de un surrealismo mágico, impaciente y frío a un tiempo, a un tiempo riguroso y desorbitado, lleno de intenciones y colmado de gritos oscuros, de oscuras presencias, de tenebrosas filiaciones; sueños grotescos, fabulosos y crueles y tiernos y sentimentales a la vez” (Noticiario Universal, 5 de julio de 1966).
El día 29 de abril de 1949, escribe Zabaleta en su agenda: “Salgo avión París. Llego 9 noche. Me hospedo Pasage Julian Lacroais. Ceno Café Dupont" (Passage Julien Lacroix, cerca del Parc de Belleville). Y el 31 de mayo: “Conozco a Picasso, a su familia y su taller. Como con Ángeles Ortiz. Condoy. Ceno restaurant Utrillo. Cine “La Ópera de cuatro cuartos”. La Rotonda.”
El 24 de junio de 1949 le escribe a su amigo Cesáreo Rodríguez-Aguilera: “… lo mas importante de este viaje (a París) ha sido la buena amistad que hice con Picasso. Después de ver mis fotos y dibujos (los “Sueños de Quesada”) me recibió y trató de una manera entrañable, regalándome un dibujo original, un libro, una gran reproducción y un catálogo, todo ello dedicado y firmado cordialmente. Me abrió las puertas de su taller, donde pasé muchas mañanas charlando con él”. Como agradecimiento, Zabaleta le ofrece un dibujo de los que le había mostrado, “sin vacilar Picasso, escogió el mejor”.
A Picasso le entusiasman los dibujos de su serie “Los Sueños de Quesada”, y le anima a no abandonarla, como complemento a su micro cosmos rural quesadeño.
El crítico de arte D. Eugenio d’Ors organiza y presenta, en magistral conferencia, la primera exposición monográfica de los “Sueños en Quesada” (25 dibujos) en la Sala de Conferencias de la Casa de la Cultura de Villafranca del Penedés (Barcelona), del 17 al 29 de septiembre de 1944. A partir de aquí, se expondrán en más de catorce ocasiones, a lo largo y ancho de todo el territorio nacional.
Eugenio d’Ors intentó desde un principio realizar una lujosa edición con ellos, y textos de él, claro está. Pero su intenso trabajo en este sentido, fue infructuoso, como así se puede constatar, en la intensa relación epistolar entre Zabaleta y d’Ors.
No fue la única tentativa para su edición, en vida de Zabaleta. En este sentido, nos dice el D. Camilo José Cela: “La ilusión que Rafael Zabaleta y yo tuvimos de publicar un libro mío con ilustraciones suyas no pudo realizarse, con el aún vivo, …
Fallecido Zabaleta, el 20 de noviembre de 1963 se publica el libro “El Solitario y los Sueños de Quesada”, con 25 dibujos de este conjunto gráfico y textos surrealistas de Cela, previo acuerdo con los herederos del pintor y contando con la participación del excelente grabador D. Jaume Pla.
“El gran libro que le debía a Zabaleta, el libro cantor –del cabo al rabo- de su soledad, nació con Zabaleta ya muerto, lo que no deja de ser una paradoja cruel. Lo escribí ante la colección de dibujos que tituló: “Los sueños de Quesada”, partiendo de ellos y en ellos inspirándome y apoyándome.” (CJC).
Ediciones “El SOLITARIO y los SUEÑOS de QUESADA”:
- Edición Original: “El Solitario y los Sueños de Quesada”. Textos: Camilo José Cela. Ilustraciones: 25 dibujos de Rafael Zabaleta, agrupados en tres bloques temáticos, El Mundo, El Demonio y La Carne. Editorial “Papeles de Son Armadans”. Palma de Mallorca, 1963. Tirada: 299 ejemplares: 25 numerados del I al XXV (cada uno con un dibujo original); 250 numerados del 26 al 275 y 24 marcados de la A a la U, destinados a los colaboradores.
- Primera Edición:“El Solitario”. Editorial Alfaguara. Museo Secreto. Barcelona, Febrero 1966. (Segundo Millar).
- Segunda Edición: “El Solitario”. Editorial Noguer. Colección “La Voz y la Forma”. Barcelona, Octubre 1976.
Soñé la realidad: ¡con que alivio desperté! (Stanislaw Jerzy Lec).
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