EL ESTUDIO DEL ARTISTA.
En la revista “CLAVILEÑO” nº 3, de mayo-junio de 1950, la
sección “La rebotica del arte y los artistas pensando”, páginas 42 a 52, recoge
el artículo de Camilo José Cela, “Palabras y más palabras sobre el problema de
la escasez de estudios”.
Cela nos plantea que “para alcanzar esa breve y efímera paz,
para poder inaugurar su exposición, el artista ha tenido que trabajar de firme,
día tras día, aprovechando todas las horas de luz, durante meses enteros,
superando todos los desfallecimientos, resolviendo todos los problemas que se
le han ido presentando, luchando contra el frío del cuerpo o del espíritu,
contra la rutina, contra la indiferencia y el conformismo, esas polillas del
alma… esa faceta de duro oficio que tiene el arte, ese ángulo amargo que el
espectador ignora”, y se pregunta ”¿Cómo son los estudios donde su obra va
naciendo?”, y asevera que “uno de los mayores problemas que tienen planteados
los artistas españoles es éste de la escasez de estudios.” Punto de partida
de su artículo.
Para dar respuesta a su pregunta y apoyar su afirmación, el
escritor contacta con sus amigos pintores y escultores: Benjamín Palencia,
Eduardo Vicente, Juan Esplandíu, Cristino Mallo, Ángel Ferrant, …y Rafael
Zabaleta.
Dibujo que Rafael Zabaleta envió a Camilo José Cela para ilustrar su artículo. "Quesada, 25 de diciembre de 1948". En el caballete: "El comedor". 1948, 82x65. |
Cela nos afirma que nuestro paisano “es concreto y humildemente ignorante: no veo ninguna solución, pues desconozco los
factores que plantean el problema de su escasez. Rafael Zabaleta,
ciertamente, no puede sentir el problema en sus propias carnes. Nunca he tenido –nos aclara- más estudio que el que tengo en la
actualidad en mi pueblo de Quesada, en la misma casa donde nací”.
“El escritor, en su conversación con sus amigos los pintores
y escultores, supo de más cosas que les preocupan. Supo de sus afanes y de sus
tristezas, de sus sinsabores y de sus alegrías.”
El taller del artista,
como tema de su obra.
Los estudios o talleres de artista, son entornos de trabajo,
lugares de creación y entrega, laboratorios o “factorías”, espacios íntimos de
soledad y búsqueda. Tantos y tan diferentes, como artistas encontremos; unos
abigarrados, claustrofóbicos; otros modestos, fríos; y otros atípicos, un
ordenador portátil en cualquier lugar del mundo.
El taller, su equipamiento y
mobiliario, los objetos que acumula, su luminosidad y atmósfera retratan e
identifican al artista; produciéndose en muchos casos, una sugerente conexión
entre la obra que crea y el entorno en que la realiza.
El taller forma parte de la obra e identidad del artista: el de
Brancusi me huele a polvo y piedra, el de Cezanne a fruta, el de Chagall a
sueños, el de Bacón a papel, el de Freud a telas, el de Bourgeois a madre, y el
de Dalí … a perfume francés.
La irrupción de la fotografía a finales
del siglo XIX, sustituirá al grabado en la información gráfica, y por ende, proliferaran
en revistas y periódicos los reportajes sobre los estudios de los pintores,
escultores, escritores, músicos, y otros artistas.
Gran número de pintores lo usaron como tema de sus obras, y
quizá el más famoso de todos sea “Las
Meninas o Familia de Felipe IV”, de Diego de Velázquez, fechado en
1656 por Palomino. Obra culmen de la pintura, de simplicidad técnica excepcional, una
composición equilibrada y armónica en los tonos, con una bella trama luminosa
que inunda el complejo espacio arquitectónico, que nos presenta el techo de la
habitación envuelto en una impresionante atmosfera nebulosa. Y no olvidemos el
guiño al “Matrimonio Arnolfini”
(1434) de Jan van Eyck, con aquel espejo que pretende incluir a la pareja real,
dentro del espacio escénico.
Aunque podríamos enumerar muchísimos otros:
“L'Atelier du
peintre” de Gustave Courbet, un
óleo sobre lienzo de 1855, que se encuentra en el Museo d’Orsay de París.
Su título completo en francés es: “L’Atelier
du peintre. Allégorie Réelle déterminant une phase de sept années de ma vie artistique
(et morale)”, esto es, “El taller del pintor, alegoría real,
determinante de una fase de siete años de mi vida artística (y moral)”.
“El arte de la pintura” o “Alegoría de la pintura”, también
conocido con el título de “El
estudio del artista”, de 1666, uno de los pocos grandes, me refiero al
tamaño, óleos sobre lienzo del pintor holandés Johannes Vermer, que se conserva
en el Museo de Historia del Arte de Viena.
O los innumerables talleres del pintor Pablo Picasso, un caso especial, pues
trabajó en numerosos estudios, en los que vivía y volcaba su intensa actividad
creativa.
El estudio de Rafael
Zabaleta
Rafael Zabaleta por su parte, como nos decía, solo tuvo el estudio de
Quesada, aunque del todo no era así. En el bajo del patio interior de su casa
solariega quesadeña, entrando a su derecha, se encontraba su estudio de verano,
y en la primera planta del edificio, junto a su dormitorio, el de invierno.
Tambien disponía en su cortijo de
Bejar, en el “carasol” del valle de Quesada, de una habitación que hacia las
veces de estudio de pintura, como así nos lo corrobora en sus cartas dirigidas
a Cesáreo Rodríguez-Aguilera Conde.
Quesada,
25 de septiembre de 1942.
Querido
amigo Cesáreo:
…
Pocos
años disfrutamos por aquí de un comienzo de otoño tan hermoso como el actual,
dándome ganas de marchar a Béjar blanquear las habitaciones y amueblarlas,
encender la chimenea y pasarme una larga temporada pintando despreocupado de
todo, pero ya tengo decidido el viaje a Madrid y será esto último lo que haga.
…
Quesada 11 de enero de
1951
Queridos Cesáreo y
Mercedes:
…
Ahora estamos en la
recolección de aceituna, y yo marcho al campo casi todos los dias, a Bejar,
donde tengo un cuadro terminado y otro empezado de temas campesinos, así
seguiré hasta saber la fecha de la exposición de París y marchar bien por Irún
o Puigcerdà, en cuyo caso pasaría unos dias en Barcelona con vosotros.
…
Estos serán los tres únicos estudios del pintor, donde realizará su obra
en soledad y silencio. * “Casi todo la obra de Zabaleta
esta pintada en Quesada y con Quesada. Desde el momento en que Zabaleta ordena
su maleta para alguno de sus frecuentes viajes, puede decirse que deja el
caballete y los pinceles en descanso. Bien es verdad que pinta, y sobre todo
dibuja, en otros lugares; pero estos dibujos y tales pinturas no realizadas en
Quesada, salvo excepciones, no son más que un pretexto o un ejercicio de la
obra que posteriormente realizará en el silencio de su gabinete, envuelto en la
luz y en el ambiente de su pueblo.”
* “Rafael Zabaleta, el Pintor”. Cesáreo Rodríguez-Aguilera Conde. Colección de Artistas Españoles Contemporáneos. Servicio de publicaciones del Ministerio de Educación y Ciencia. Pamplona, 1976.
Rafael Zabaleta con su amigo Cesáreo Rodríguez-Aguilera en su estudio. |
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