martes, 29 de octubre de 2019


LA PAREJA DEL CARRO, 1959

El carro, ese vehículo de transporte de personas o mercancías de utilidad comercial, agrícola o bélica; un regalo de los Hicsos a los pueblos de la cuenca mediterránea, hace mas de 40 siglos. 

Vehículo de tracción animal, tirado por caballos, burros, mulos, bueyes u otros animales, e incluso por personas (rickshaw); con una caja de carga apoyada sobre dos o más ruedas, que se engancha mediante una lanza (vara central) a los arneses que portan los animales.


El carro ha evolucionado y adaptado a las necesidades de los pueblos; así tenemos los enganches ecuestres españoles, dependiendo del número de animales de tracción: Limonera, Tronco, Tándem, Potencia, Tresillo, Cuarta, Media potencia, Gran potencia y A la larga. Y carruajes de dos o cuatro ruedas: Cabriolé, Carro, Charrete, Tílburi, Quitrín, Sulky, Landon, Calesa, Carreta, Carretón, Tartana, Berlina, Carroza, Capitoné, Cupé, Landó, Milord, Diligencia, Featón, Pilento, Galera, Jardinera, ….

Pero el de Zabaleta, es un carro-carro. El medio de transporte popular, en la Quesada de los años 50. Nada que ver con aquel “Carro de Heno”1 del moralizante y crítico social Hyeronimus Boch, más conocido como “El Bosco”, basado en el proverbio flamenco que reza: «El mundo es un carro de heno, del cual cada uno toma lo que puede». O de aquel otro de Picasso “Los segadores”2, en el que buscaba nuevas soluciones para las grandes composiciones con múltiples figuras. 

A partir del año 1955, el pintor quesadeño aborda la temática de la familia campesina caminando a lomos de un mulo, ella sentada de lado con dos niños en la grupa, y él, pie en tierra caminando (4 óleos). Por estos años, durante su estancia invernal en Almería, hospedado en el camarote del estudio de su amigo y pintor Jesús de Perceval, su esposa también pintora, Trina de la Cámara, le propone a Zabaleta pintar esas familias campesinas en un carro tirado por “bestias”, una temática muy adecuada a su quehacer artístico en esa época. Para ello, le esboza un rápido dibujo sobre una hoja de papel (hoy desaparecido)3.

“La pareja del carro”

Zabaleta abordará esta temática en tres de sus óleos; en dos ocasiones con el mismo nombre: “El carro” (1958), aunque con distintas dimensiones (100x81, 81x65); y en 1959 “La pareja del carro” (100x81), una excepcional obra de madurez del pintor.


Nos centraremos en este último óleo, que reproducimos en la portada de esta revista “Sueños de Quesada”, nº 2.

El motivo que representa el óleo, es un carro tirado por dos mulos que se aleja del espectador por un camino en busca del sol poniente; en él, una pareja de campesinos descansan tendidos ambos en decúbito supino, perpendiculares al nivel visual de la tela, con sus cabezas en primer término, tumbados a lo largo de la caja que se apoya sobre un eje con dos ruedas que se intuyen. Él, con las manos entrelazadas bajo la cabeza y el pié derecho sobre la rodilla izquierda; ella, con las piernas flexionadas y las rodillas separadas que dejan entrever sus rotundos volúmenes bajo un velado vestido, su brazo derecho apoyado en el carro y el izquierdo jugando con su pelo. Los cuerpos paralelos, alineados con las bestias de tiro, en completo escorzo, bajo la capota de lona que los protege y cobija de la flama del atardecer, quedan enmarcados por esta. 

El carro transita por un blanco camino que se pierde en la próxima ladera, que da paso a un descarnado paisaje de áridas lomas en lontananza, frontera de un celaje amarillo con nubes blancas, coronado por un brillante disco solar.

Un gran óvalo circunscribe la escena, que se replica con otras dimensiones y cubre gran parte del lienzo, fundiéndose con esos habituales cuchillos de sombras, que caracterizan la obra de Zabaleta, recurso utilizado con anterioridad en muchas otras obras del pintor. Todo el conjunto del lienzo queda estructurado por un imaginario eje central vertical, que lo divide en dos partes iguales, en simetría axial. La tela queda plena de contenidos, sin dejar lugar a la imaginación, sin espacios vacíos.

El dibujo es rotundo, potente, duro, contundente, marcado por una gruesa línea negra que enmarca los contornos, las siluetas y volúmenes, las luces y las sombras, … Aunque las figuras se encuentran distantes y ausentes, los ritmos de las líneas fluyen de una a otra  acercándolas, fundiéndolas en un halo de sensualidad latente.   

Los espacios enmarcados por esa línea oscura, negra en las figuras y bermellón en el paisaje, los cubre de densos y cálidos colores, entre los que predomina el amarillo. Partiendo de los primarios recrea una cálida entonación cromática, llena de contrastes, donde yuxtapone los complementarios para conseguir esa espléndida vibración que mana de esta obra, dejando los terciarios para el paisaje. Un conjunto clásico, del periodo de madurez de la inconfundible iconografía zabaletiana.

Esta es una excepcional pintura de gran expresividad plástica, brillante y nítida, perfectamente compuesta, con una marcada estructura arquitectónica poscubista, y un luminoso juego cromático deudor del fauvismo. 

El pintor se apodera de un instante, lo recrea en un mundo de ensueño vital cargado de erotismo; donde el observador, convertido en un “voyeur” aprecia, contempla, intuye, se deleita, goza y disfruta de la escena representada, a costa de utilizar y dilatar su capacidad de percepción estética.


Zabaleta satura sus cuadros de humanidad, de una evanescente sensualidad, de sentidos alegóricos y míticos para intensificar la exactitud descriptiva, a fin de dar a su rusticidad un derecho de identificación universal.

Este óleo tiene sus antecedentes, y en especial la figura de la mujer por su postura y veladuras del vestido, en los óleos “La pareja” (81x100) de 1957, y “Las dos mujeres” (130x97) de 1958; aquellos en los que el pintor resuelve con soltura estos difíciles escorzos perpendiculares, que nos rememoran aquel extraordinario de Mantegna4, para presentarnos a sus campesinos en una plácida siesta primaveral. Una iconográfica obra de Zabaleta, que hunde sus raíces y es deudora de esa visión literaria del paisaje español. 

El óleo “La pareja del carro” ha quedado fuera del circuito expositivo, debido a la voluntad de su propietario y amigo Camilo José Cela, encontrándose hoy colgado en la “Fundación pública gallega Camilo José Cela, Iria Flavia-Padrón” (A Coruña).  

Tríptico:“ElCarro de Heno”, El Bosco (1450-1516). Museo del Prado, Madrid (España). 
“Los segadores”(65 x 81,5), Pablo Picasso (1881-1973).Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid (España).
Esta información nos ha sido corroborada por su nieto, el abogado Jesús Ruz de Perceval.
4Lamentación sobre Cristo muerto” o “Cristo morto” (68x81), Andrea Mantegna (1457-1501). Pinacoteca de Brera, Milán (Italia).

Miguel A. Rodríguez Tirado 

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